17.11.2017 | 7 minutos de lectura | Imprimir artículo

Guía para entender los depósitos bancarios | Raisin

Dentro de la jerga bancaria, se conocen como productos financieros de pasivo a todos aquellos productos que implican que un cliente deposite su dinero dentro de una entidad financiera, quedando esta institución financiera obligada a devolverlo al cliente en un plazo y condiciones pactadas de antemano. El tipo de condiciones y el plazo son los que delimitan los distintos tipos de depósitos que se pueden contratar en un banco, diferenciándose entre depósitos a la vista (comúnmente llamados cuentas corrientes), depósitos a plazo y depósitos estructurados.

Depósitos a la vista o cuentas corrientes

La cuenta corriente es un producto bancario en el que el cliente ingresa dinero en la entidad, quedando esta obligada a su devolución en cualquier momento en que se solicite. Este tipo de productos, por lo general, no aportan rentabilidad alguna al cliente, y su finalidad es prestar a este servicios tales como ingresos en efectivo, ordenar y recibir transferencias bancarias, domiciliar nóminas y recibos, pagar cheques y sacar dinero en efectivo. Las entidades a veces cobran por la prestación de algunos de estos servicios una comisión o bien pueden cobrar una comisión por el mero mantenimiento de la cuenta corriente, con lo que la rentabilidad efectiva de este tipo de productos para el ahorrador suele ser nula o negativa.

Otra de las características de los depósitos a la vista o cuentas corrientes es que para retirar dinero o hacer pagos contra la cuenta corriente, esta debe tener dinero suficiente.  No obstante, si la entidad bancaria lo desea o así lo ha acordado previamente con el cliente, puede anticiparle el dinero que falte para realizar el pago. A esto se le conoce como descubierto en cuenta. La apertura de una cuenta corriente suele ir asociada con la entrega de una cartilla o libreta de ahorro en donde deben aparecer registrados todos los movimientos que se han hecho en la cuenta para que el cliente esté debidamente informado.

Ejemplo de cuenta corriente extraído del Banco de España.

Depósitos a plazo

En un depósito a plazo un cliente entrega una determinada cantidad de dinero a un banco a cambio de que en un periodo de tiempo el banco le devuelva esa cantidad, más una cantidad adicional en concepto de intereses. El cobro de los intereses puede ser al vencimiento del producto, o bien, mediante un cobro periódico de estos previamente pactado entre la entidad y el cliente. De esta forma, el cliente puede estimar de antemano cuánto dinero va a devolverle el banco una vez haya expirado el depósito a plazo. Tanto los depósitos a la vista como los depósitos a plazo cuentan con la protección del Fondo de Garantía de Depósitos.

La principal diferencia entre ambos es que mientras en los depósitos a la vista el cliente tiene plena disponibilidad de su dinero, en los depósitos a plazo no suele ser así. Usualmente, si se quiere sacar el dinero del depósito a plazo antes de su vencimiento, el banco aplica una penalización al cliente. Esta penalización, según el criterio defendido por el Banco de España, no debe ser superior al de los intereses brutos devengados. Así pues, los depósitos a plazo no garantizan la plena disponibilidad del dinero depositado, pero a cambio ofrecen una rentabilidad. Para entender mejor cómo funcionan, veámoslo con un ejemplo:

Ejemplo extraído del Banco de España:

Depósitos estructurados

Los depósitos estructurados son depósitos en los que la rentabilidad está vinculada a la evolución de uno o varios índices bursátiles, de la cotización de un grupo de acciones, o de cualquier otro. De esta forma, al vencimiento del depósito estructurado, el cliente recupera el capital invertido. Sin embargo, los intereses que cobrará no los puede saber de antemano, ya que estos dependerán del comportamiento que haya tenido el índice bursátil, el fondo de inversión o el grupo de acciones  al que esté referenciado. Se podría dar el caso entonces de que un depósito estructurado dé más rentabilidad que un depósito a plazo si el producto al que está referenciado en los mercados bursátiles ha experimentado una revalorización sustancial. Pero también puede darse el caso de que el producto al que está referenciado apenas se haya revalorizado durante el periodo de vida del depósito o incluso haya caído de valor en los mercados bursátiles. En ese caso, el depósito estructurado aportaría una rentabilidad inferior a la de un depósito a plazo o incluso ninguna rentabilidad si el producto de referencia ha caído en Bolsa.

Los depósitos estructurados por tanto brindan la posibilidad de poder obtener un mayor rendimiento que un depósito a plazo, pero también entrañan un mayor riesgo ya que puede darse la situación contraria. Además, los depósitos estructurados son depósitos a medio plazo en los que muchas veces no se permite la cancelación anticipada o, en caso de que se permita, el importe que se vea afectado puede ser muy elevado. En todos los contratos de depósitos estructurados se debe recoger la obligación de la entidad de reembolsar el principal del depósito al vencimiento y que este tipo de productos también esté bajo el paraguas del Fondo de Garantía de Depósitos.

Ejemplos de depósitos estructurados:

Depósito estructurado mixto. Un cliente contrata un depósito estructurado mixto en el que deposita un capital inicial de 10.000 euros a un 2% TAE el primer año y los dos años siguientes la rentabilidad de ese depósito la marcará la evolución de las acciones del Banco Santander. Durante el primer año, ese depósito se comporta como un depósito a plazo que da una rentabilidad del 2% TAE, pero, transcurrido ese tiempo, la rentabilidad de ese depósito va ligada a cómo se comporten las acciones del Santander. Si las acciones del Santander se revalorizan un 10% en ese periodo, ese será el mismo rendimiento que obtendrá el capital sumado al 2% TAE de la primera etapa. Si las acciones del Santander en ese periodo cayeran un 7%, ese interés se restaría al 2% TAE inicialmente ganado, dando lugar a una rentabilidad negativa, con lo que al finalizar ese depósito el cliente solo recuperaría el capital inicial.

Depósito estructurado combinado. Un cliente contrata un depósito estructurado combinado a 2 años aportando un capital inicial de 10.000 euros. Esos 10.000 euros se reparten en un 50% entre un depósito a plazo que da una rentabilidad del 2% TAE y la evolución de las acciones del Banco Santander. De esta forma, tendríamos 5.000 euros que se comportarían como si estuvieran invertidos en un depósito a plazo a dos años con una rentabilidad del 2% TAE y los otros 5.000 euros se comportarían como si estuvieran invertidos en acciones del Santander que cotizan en Bolsa. Transcurridos los dos años, se suman las cantidades finales obtenidas en cada uno de los “subproductos”. Si la cantidad final supera los 10.000 euros del capital inicial aportado, esta será la cantidad que se devuelva al cliente. Si fuera inferior porque las acciones del Santander han caído bastante en Bolsa en ese periodo, el cliente recobraría a lo sumo los 10.000 euros depositados inicialmente, sin capitalización de intereses.