23.06.2020 | 5 minutos de lectura | Imprimir artículo

Tres lecciones de ahorro que hemos aprendido durante el confinamiento

El sábado 14 de marzo de 2020, ante la situación de emergencia sanitaria provocada por el coronavirus en España, el Gobierno, presidido por Pedro Sánchez, declaraba el estado de alarma en todo el territorio nacional. El objetivo era garantizar la protección de las personas, contener la enfermedad y reforzar el sistema de salud pública.

Este mecanismo de seguridad nacional, previsto en el artículo 116 de la Constitución, ha supuesto una limitación de la libertad de circulación de las personas y un confinamiento domiciliario de toda la población española, como medida necesaria para contener la progresión de la enfermedad. Por el bien de todos, había que quedarse en casa. Y eso es exactamente lo que hemos hecho.

Una de las consecuencias de la cuarentena ha sido un incremento notable de las tasas de ahorro de millones de personas. Encerrados en casa y sin posibilidad de salir, los gastos se han visto reducidos drásticamente durante los meses de marzo, abril y mayo. Con el coche estacionado en el parking, las tiendas cerradas y el gasto en ocio reducido a prácticamente cero, el ahorro se ha disparado.

¿Qué lecciones financieras nos ha enseñado el Covid-19?

Repasemos algunas lecciones financieras que hemos aprendido gracias al Covid-19:

1. Teníamos más margen del que creíamos para reducir nuestros gastos mensuales

¿Cuántas veces nos hemos quejado de que nos resultaba imposible ahorrar más? Sin embargo, llega el confinamiento y nos damos cuenta de que en realidad teníamos un margen muy amplio para reducir gastos que hasta entonces nos parecían irrenunciables y, en consecuencia, a aumentar nuestra tasa de ahorro.

El coronavirus nos ha demostrado que era posible vivir gastando menos dinero sin que esto supusiese una reducción drástica de nuestra calidad de vida. Y claro, la consecuencia inmediata de vivir por debajo de nuestras posibilidades ha sido un incremento enorme del ahorro mensual.

No debemos olvidar esta lección cuando la situación vuelva a la normalidad: la frugalidad se traduce en ahorro, y el ahorro de hoy es la seguridad financiera del mañana. Ante futuros cisnes negros que puedan poner en jaque nuestra economía doméstica, la mejor estrategia defensiva que podemos adoptar es la de seguir un estilo de vida sencillo y ahorrador.

2. Determinados gastos tienen un fuerte impacto sobre nuestro presupuesto

Relacionado con el punto anterior, todos nos hemos dado cuenta de que hay determinados gastos mensuales que tienen un fuerte impacto sobre nuestro presupuesto mensual. Si controlamos esos gastos, automáticamente multiplicamos nuestra capacidad de ahorro.

Nos referimos, por ejemplo, al gasto en ocio (que ha sido prácticamente inexistente durante los meses que hemos estado confinados), al gasto en transporte (que también se ha visto reducido al mínimo imprescindible; prueba de ello es que el consumo de combustible cayó en picado en las semanas más duras del confinamiento) o al gasto en ropa y zapatos, entre muchos otros

En definitiva, se trata de gastos que solían ser elevados antes de la pandemia, ya que estaban estrechamente relacionados con nuestro estilo de vida, pero que en los últimos meses apenas han sido representativos. Si queremos mantener una tasa de ahorro elevada en el futuro, es fundamental tener bajo control estos gastos.

3. La importancia de tener un fondo de emergencia

En los últimos meses, millones de españoles han perdido su trabajo o se han visto afectados por un ERTE. En estos momentos tan difíciles, disponer de un fondo de emergencia es fundamental para afrontar el futuro con seguridad y sin miedo.

Un fondo de emergencia es, por definición, un colchón de ahorros, es decir, una cantidad de dinero disponible para hacer frente a cualquier tipo de gasto imprevisto, por ejemplo, una avería en el coche o la renovación de un electrodoméstico.

Según los expertos, su importe debería ser suficiente para cubrir entre tres y seis meses de los gastos mensuales. Por tanto, una familia que tenga un gasto medio de 2.000 euros al mes, debería tener un fondo de emergencia de entre 6.000 y 12.000 euros.

Y como es imposible saber en qué momento habrá que recurrir al fondo de emergencia, lo ideal es que guardemos este dinero en un producto de ahorro de gran liquidez pero que a su vez nos permita obtener una rentabilidad por él. Por ejemplo, en una cuenta de ahorro o en un depósito bancario.

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Y tú, ¿qué lección sobre ahorro has aprendido durante el confinamiento? ¿Has notado un aumento de tu capacidad de ahorro? ¡Cuéntanos tu caso!