13.07.2018 | 4 minutos de lectura | Imprimir artículo

El difícil arte de construir una cartera de inversión

Una cartera de inversión, o una cartera de valores, consiste en una combinación de activos financieros en los que se invierte, con el fin de minimizar los riesgos de pérdidas en la inversión global. Cuando inviertes en un único activo, solo obtienes rentabilidad cuando ese activo se revaloriza, y obtienes pérdidas cuando este se devalúa. En cambio, cuando haces una inversión en varios activos aunque uno de ellos afronte pérdidas, puede verse más que compensado con la revalorización de otros activos. De esta forma, la probabilidad total de que la inversión global arroje pérdidas se reduce.

La diversificación como elemento clave de una cartera de inversión

Como hemos adelantado, la diversificación es probablemente la principal característica de la cartera de inversión y la que la hace realmente útil. Cuanto más efectiva sea la diversificación que hagamos, más improbable será que la inversión global nos pueda generar pérdidas en el peor de los escenarios. Para conseguir dicho resultado, no vale solo con fijarse en invertir en diferentes valores negociables, sino también combinar activos de diferente naturaleza. Así, tenemos a los activos de renta fija que nos den una rentabilidad segura, y los activos de renta variable que entrañan más riesgo pero nos pueden dar mayores rendimientos. También están las divisas y, para aquellos inversores más formados en mercados financieros, los derivados y las materias primas. Una cartera de valores idealmente diversificada debería tener varios valores negociables en cada una de las diferentes tipologías de activos financieros.

Eso sí, no hay que olvidarse de las dos reglas de oro a la hora de poner dinero en los mercados financieros. La primera es preguntarse a uno mismo “¿Cuánto dinero estaría dispuesto a perder invirtiendo sin que al perderlo todo en el peor de los casos no me suponga un grave problema?” En base a esa respuesta, no poner a invertir en los mercados financieros una cantidad mayor que sea. La segunda regla de oro es: “Jamás se invierte en activos financieros que uno no comprenda con total claridad”.

Cuándo y en qué activos financieros hay que invertir para hacer una cartera de inversión

Antes de hacer una cartera de inversión hay que saber cómo es uno mismo y en qué momento de su vida está. En base a eso y en cuanto a escala de menor a mayor tolerancia al riesgo dispuesto a asumir invirtiendo, podemos clasificarnos dentro de los siguientes tres perfiles de inversores: conservador, moderado o medio y agresivo. Ser más tolerantes al riesgo implica estar dispuestos en invertir en activos cuya probabilidad de tener pérdidas es mayor, pero también es mayor la posibilidad de obtener ganancias. El siguiente paso es marcarnos los objetivos que queremos obtener con nuestra inversión. El objetivo genérico de ganar todo el dinero posible invirtiendo no vale. Tenemos que fijarnos un importe concreto de rentabilidad en un tiempo concreto y si vemos que no cumplimos el objetivo replantear nuestra estrategia y combinación de activos.

Además de esto, la buena gestión de una cartera de valores implica estar atentos a la fiscalidad aparejada a cada producto y las comisiones que las diferentes entidades cargarán sobre cada uno de ellos y las posteriores operaciones que el inversor realice. También hay que estar atento a la información financiera y de cualquier hecho relevante que pueda afectar a cualquiera de los valores negociables que conforman nuestra cartera. La cartera de valores no es algo estático, sino algo en permanente evolución que ha de adaptarse a los mercados para poder sacar el mejor rendimiento.

La importancia del seguimiento y el aprendizaje cuando uno invierte su dinero

El seguir la información de los mercados financieros también entraña un proceso de aprendizaje de su funcionamiento y de la amplísima gama de activos financieros que hay a disposición. A medida que vayamos aprendiendo más cosas de los mercados financieros, seremos más capaces de aumentar la variedad de nuestra cartera de valores, respetando la regla de oro de nunca invertir en aquello que no se conoce. ¿Te parece todo esto mucho trabajo? Si tu repuesta es sí, siempre puedes optar por opciones de inversión más simples como depósitos a plazo. En Raisin verás que tenemos una gran variedad para elegir y con una rentabilidad mayor que  en el mercado nacional.