09.12.2020 | 5 minutos de lectura | Imprimir artículo

¿Cuántos tipos de ETFs existen?

Los ETFs (Exchanged Traded Funds o, simplemente, fondos cotizados), se han convertido en uno de los instrumentos financieros más populares, tanto para inversores novatos como para los más avanzados. 

Sus ventajas están fuera de toda duda: bajos costes, la posibilidad que ofrecen de invertir en índices, su cotización en tiempo real y su diversificación han captado la atención de muchos inversores, especialmente aquellos que siguen una filosofía de inversión de gestión pasiva.

En general, no existe un único tipo de ETFs. De hecho, se pueden decir que existen multitud de categorías diferentes donde se encuadran todos los ETFs. Utilizar uno u otro dependerá de lo compleja que sea la estrategia de inversión de cada uno.

¿Qué tipos de ETF hay?

Existen diferentes variables para categorizar los ETFs, algunos de los cuales pueden encuadrarse dentro de dos o más categorías.

En función de cómo replican al índice: réplica física, por muestreo o réplica sintética

La primera categorización de los ETFs es aquella que les diferencia en función de la forma en la que replican al índice. Así, pueden comprar directamente todas las acciones que lo componen, y en la misma proporción, para que la evolución del ETF sea lo más pareja posible a la de su índice de referencia. Esta es la forma en la que la mayoría de inversores piensan que funcionan los fondos cotizados, a través de su réplica física.

Sin embargo, existen al menos dos formas más de replicar los índices. La primera es la réplica por muestreo, donde no se compran todos los activos que forman un índice, sino únicamente los más representativos. Este modelo reduce las operaciones de compraventa de acciones y, por tanto, también los costes asociados, pero cuenta con el inconveniente de que su tracking error, es decir, su desviación con respecto al índice, puede ser mayor.

Por último, también existe la réplica sintética, a través de la cual se utilizan derivados financieros y otros instrumentos financieros para replicar la evolución del índice. Es un modelo más barato que la réplica física, ya que no exige tener que comprar todas las acciones de un índice, pero su comportamiento puede ser ligeramente diferente al del índice que tratan de replicar.

En función de cómo replican la evolución del índice: ETF directo o inverso

Los fondos cotizados pueden tratar de replicar directamente al índice (ETF directo), o bien pueden replicarlo de manera inversa (ETF inverso). En el primer caso, el ETF sube o baja cuando el índice sube o baja, respectivamente, mientras que en el caso del ETF inverso, la evolución es justo la contraria, es decir, el ETF sube cuando el índice baja, y viceversa.

En función de cómo distribuyen dividendos: ETF de acumulación o de distribución

Los ETF también se pueden categorizar por la forma en la que se reciben los dividendos. Así, un ETF puede reinvertir los dividendos dentro de su patrimonio (ETF de acumulación) o distribuir los beneficios de las compañías que forman parte de su cartera entre los partícipes del mismo (ETF de distribución).

Esto tiene consecuencias a nivel fiscal. Si se reciben los dividendos, habrá que tributarlos en el IRPF como rendimientos del capital mobiliario a los tipos vigentes de la base imponible del ahorro. Sin embargo, en el caso de los ETF de acumulación, no existe ese peaje fiscal.

En función de su riesgo: ETF normal o apalancado

Los ETF apalancados permiten utilizar deuda para aumentar la rentabilidad de la inversión, utilizando técnicas de apalancamiento financiero que son propias de instrumentos derivados y más complejos. Por eso, normalmente, los ETF apalancados son también ETF sintéticos, que a su vez son también los más arriesgados.

En el caso de los ETF normales, no existe tal apalancamiento, y se suelen corresponder con los ETF de réplica física.

En función de su categoría de inversión: ETF de renta fija, de renta variable…

Por último, existe una categoría de ETF que los diferencian en función del tipo de índice que repliquen o del tipo de activo que forman parte de él:

De renta fija:

Representan la evolución de diferentes índices que hacen referencia a activos de renta fija, normalmente bonos gubernamentales o corporativos. Un ETF que replique un índice de bonos ligados a la inflación es un buen ejemplo de ello.

De renta variable:

Suelen replicar cualquier índice de renta variable a nivel mundial, que a su vez son los más conocidos. Entre ellos, se encuentran el Ibex, el S&P 500 o el Nikkei japonés, por ejemplo.

Sectorial:

Son fondos cotizados que replican índices de  diferentes grupos o sectores, como el Nasdaq en Estados Unidos, que engloba las principales compañías tecnológicas del país.

Por área geográfica:

Existen ETF que pueden representar la evolución de una determinada región geográfica o según un conjunto de países que comparten las mismas características. Así, existen ETF de Europa, sobre países emergentes o incluso sobre el mundo en su conjunto, representados a través de índices como el MSCI World.

De materias primas:

Los ETC (Exchange Traded Commodities) son una variante de los ETF que replican el comportamiento de un conjunto de materias primas como el petróleo, el oro o la plata.

 

En definitiva, los ETFs son uno de los instrumentos financieros más populares y extendidos entre los inversores de hoy. Además, su amplia oferta permite que cualquier inversor pueda encontrar un ETF acorde a sus objetivos financieros.