Deflación: causas, consecuencias y cómo combatirla

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¿Alguna vez has oído hablar de la deflación? Aunque es un término que se suele utilizar menos que la inflación, es muy importante que lo conozcas si estás pensando en invertir. A continuación, te contamos qué es, sus causas y consecuencias así como las medidas que toman los gobiernos para combatirla. 

En pocas palabras
  • La deflación es la caída del nivel general de precios de los bienes y servicios de un país. Se calcula usando como referencia los precios del Índice de Precios de Consumo. Es lo contrario de la inflación, que es la subida del nivel general de precios.
  • Tiene dos causas: la reducción de la demanda debido, principalmente, a una crisis económica; y el exceso de oferta como consecuencia de una mejora en la productividad de las empresas o de una mayor competencia.
  • Afecta negativamente a la economía: desincentiva la demanda y, por tanto, disminuye los ingresos de las empresas. Esto hace que los precios bajen más, y que los consumidores tiendan a esperar para hacer sus compras porque piensan que los precios pueden seguir bajando.
  • Los gobiernos establecen dos políticas para combatirla: la política monetaria, cuyo objetivo es reducir el valor del dinero; y la política fiscal, que, principalmente, aumenta el gasto público para compensar la disminución del gasto privado y reduce los impuestos para fomentar el consumo.

¿Qué es la deflación? Definición

La deflación es la caída del nivel general de precios de un país, por tanto, es el fenómeno económico opuesto a la inflación. Pero ¿cómo se calcula esa caída? Para calcular la caída de los precios se toma como referencia el nivel de precios de una cesta representativa de los bienes y servicios consumidos por una familia. Generalmente, se utiliza el Índice de Precios de Consumo (IPC).

Como te puedes imaginar, la caída de los precios siempre es bien recibida tanto por ahorradores como por inversores. Sin embargo, tiene consecuencias negativas para la economía de un país, de ahí que los gobiernos tomen medidas para combatirla.

Diferencias entre la deflación y la inflación

Son términos opuestos: la inflación es el aumento del nivel general de precios de los bienes y servicios, mientras que la deflación es la caída de esos mismos precios. 

Por tanto, con la inflación el dinero pierde valor, porque los consumidores pueden comprar menos cosas con, por ejemplo, 20 euros. En cambio, con la deflación el dinero gana valor, ya que al bajar los precios, los consumidores pueden comprar más con esos 20 euros. Como consecuencia, las medidas que se toman para combatirlas también son diferentes, ya que se persigue el objetivo opuesto.

Causas de la deflación

¿Por qué se produce la deflación? Hay dos causas:

  • La reducción de la demanda, es decir, la gente compra menos que antes. Por lo general, esto se debe a una crisis económica que hace que los hogares tengan que controlar su consumo, reducir sus gastos y, en definitiva, gastar menos porque tienen menos ingresos. En este contexto, las empresas se ven obligadas a reducir sus precios para paliar la menor demanda. Cuando esto ocurre de manera generalizada, el nivel de precios de un país cae.
  • El exceso de oferta puede ocurrir si las empresas se vuelven más eficientes, esto es, producen lo mismo o más con menos o los mismos recursos, o si hay un aumento de la competencia. Cuando el mercado no puede absorber ese aumento productivo, las empresas se ven obligadas a reducir sus precios, sin que ello necesariamente esté relacionado con una menor demanda o merma de calidad. Un buen ejemplo son los productos tecnológicos. Cualquier dispositivo es más barato ahora que hace 10 o 20 años, y el motivo de esto no es otro que el exceso de oferta, porque cada año se lanzan nuevos productos y versiones más competitivas de un mismo producto. Lo mismo ocurre en otras industrias como la automovilística, la farmacéutica o la textil, entre otras.

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Consecuencias de la deflación

¿Te preguntas cómo impacta la deflación en la economía? Esta tiene un impacto negativo sobre un país en términos macroeconómicos, que puede ser incluso peor que el de la inflación. Los expertos coinciden en que la reducción en el nivel general de precios genera un círculo vicioso que desincentiva la demanda y, en consecuencia, disminuye los ingresos de las empresas. 

Esto, a su vez, provoca que los precios caigan aún más, y que los consumidores tiendan a esperar cada vez más para comprar porque esperan que los precios sigan bajando. Así, las empresas se ven obligadas a recortar empleos, lo que reduce la renta de las familias y la demanda.

Además, aumenta la carga real de las deudas. Esto, en una economía tan endeudada como la española, supone un problema añadido. Si los precios bajan, el PIB se reduce de forma automática, pero la deuda se mantiene igual, de manera que la deuda crece en términos relativos, aumentando el riesgo país.

¿Cómo combatir la deflación?

Las autoridades consideran cualquier contexto de deflación como peligroso para la economía y, por tanto, toman medidas para evitarla. De hecho, sus políticas van encaminadas a generar cierto nivel de inflación que sea tolerable para la economía. En concreto, utilizan la política monetaria y fiscal:

  • La política monetaria consiste en reducir el valor del dinero. Para ello, los bancos centrales inyectan liquidez en la economía (es decir, ponen más dinero en circulación) y disminuyen los tipos de interés. El objetivo es incentivar a los consumidores a gastar más. Del mismo modo, se busca que los inversores y ahorradores quieran obtener una rentabilidad que compense la pérdida de valor de su capital, por ejemplo, abriendo un depósito a plazo fijo o adquiriendo Bonos del Estado.  
  • La política fiscal es otra forma de combatir la inflación negativa o deflación. En esta política se pueden tomar varias medidas: aumentar el gasto público para suplir la disminución del gasto privado; reducir impuestos, para que las rentas sean más altas y los consumidores puedan gastar ese dinero en el sector privado; aumentar las transferencias, para descentralizar el consumo público. Por tanto, con la política fiscal los gobiernos intentan equilibrar el gasto público y privado.

Sin embargo, estas medidas no siempre consiguen combatirla. De hecho, en los últimos años, los principales bancos centrales del mundo han imprimido dinero a un nivel sin precedentes, lo que apenas ha servido para generar inflación. En cambio, el precio de los activos, tanto de renta fija como de renta variable, ha aumentado hasta máximos históricos, hasta el punto de que muchos títulos de deuda pública cotizan ya a intereses negativos.

Deflación e inversiones

La deflación no solo afecta a la economía, también a las inversiones. La reducción en el nivel de precios implica un aumento del valor de la moneda. Es como si, de forma automática, todos los ahorradores, independientemente de si han invertido o no, hubiesen obtenido una rentabilidad equivalente a la del nivel de deflación.

Por ejemplo, cuando la inflación es del -0,5 %, significa que el nivel general de precios ha caído un 0,5 % o, lo que es lo mismo, el poder adquisitivo del dinero se ha incrementado un 0,5 %. Este porcentaje se añade a la rentabilidad obtenida por el inversor, de manera que, si el resultado de una inversión es del 5 %, la rentabilidad real será del 5,5 % dada una inflación del -0,5 %.

En general, la deflación beneficia a los ahorradores y a los inversores. No obstante, como hemos visto, puede tener un efecto contraproducente sobre la bolsa y otros activos de renta fija, especialmente por su impacto negativo sobre las principales variables macroeconómicas.