Qué es la tasa libre de riesgo y cómo se calcula
Si quieres empezar a invertir y rentabilizar tus ahorros, hoy en día cuentas con una gran variedad de productos financieros entre los que elegir: depósitos bancarios, fondos monetarios, fondos indexados, ETFs… Según cuáles sean tus objetivos financieros y tu aversión al riesgo, te interesarán más unos u otros.
La tasa libre de riesgo es un concepto financiero que se usa habitualmente a la hora de valorar inversiones. En este artículo te explicaremos qué es, para qué sirve y cómo se calcula, pero antes debemos repasar en qué consiste exactamente el concepto de riesgo y cómo este afecta a las inversiones.
Índice
Riesgo y rentabilidad, las dos caras de una misma moneda
Todas las inversiones implican un riesgo, ya que en todas existe la posibilidad de que perdamos parte del dinero invertido. Normalmente, cuanto mayor es el riesgo de un activo, mayor es también su rentabilidad esperada; y cuánto menos riesgo tiene, menor rentabilidad obtendremos de él.
En función del perfil de inversión que tengamos y del horizonte temporal que barajemos para nuestra inversión, podemos invertir en activos de más o menos riesgo y, de esta forma, aspirar a mayores o menores rentabilidades. Pero debemos ser conscientes en todo momento de que el binomio rentabilidad/riesgo está presente en todas las inversiones.
¿Qué es la tasa libre de riesgo?
En el mundo financiero, el concepto de tasa libre de riesgo se utiliza para referirnos a la rentabilidad que se obtiene al invertir en un activo que se considera que es cien por cien seguro, y, por tanto, está libre de riesgo. Pero, ¿no habíamos quedado en que de una forma u otra todas las inversiones implican asumir riesgos?
Sí, pero existen una serie de activos financieros (muy pocos en realidad) que presentan una fluctuación mínima en su cotización histórica. Esto significa que, ante cualquier circunstancia vivida, el valor del activo no ha experimentado fuertes variaciones, sino que se ha mantenido estable en torno a unos valores medios.
Para que un activo se comporte de esta forma tan atípica, es necesario que la entidad financiera que lo emite haya tenido una reconocida solvencia durante toda su trayectoria. Solo así, los inversores percibirán la inversión como cien por cien segura; o lo que es lo mismo, como una inversión libre de riesgo.
En la actualidad solo los valores de renta fija que son emitidos por los gobiernos (y no de cualquier país) cumplen estos requisitos. Esto es así porque en la práctica es casi imposible que un país desarrollado quiebre. Por muy mal que le vayan las cosas, tiene el poder de adoptar medidas económicas de gran calado que le permitan hacer frente a sus pagos. Por tanto, el riesgo de impago queda muy lejos.
En Europa, los Bonos del Estado alemán se consideran activos libres de riesgo, ya que la economía alemana, motor de la Eurozona, es muy segura y solvente. La probabilidad de que un país como Alemania deje de pagar a sus acreedores es prácticamente inexistente.
Tal es la seguridad que los inversores tienen depositada en los bonos alemanes que, desde hace algunos años, tienen unos intereses negativos. En otras palabras: los ahorradores pagan al estado alemán para que les guarde a buen recaudo su dinero. Estos tipos negativos se han dado lugar también en bonos gubernamentales de otros países europeos, como Suiza.
Al otro lado del charco, los bonos emitidos por Estados Unidos son otro claro ejemplo de activos de renta fija muy seguros. Por tanto, su rentabilidad también se puede considerar también una tasa libre de riesgo.
¿Cómo se calcula la tasa libre de riesgo?
Para calcular la tasa libre de riesgo de una inversión se le suele restar a la rentabilidad que ofrece el activo de renta fija emitido por el Estado el CDS (Credit Default Swap) que le corresponde. La lógica de este cálculo reside en que el CDS es un derivado financiero que permite cubrir el impago de un activo.
En otras palabras, el CDS es un seguro sobre un posible impago. En el caso de que la entidad emisora del activo no pudiese pagarlo, se activaría el CDS. Por tanto, restando el CDS a la rentabilidad del activo en el que invertimos, obtendríamos la tasa libre de riesgo, ya que desaparecería el riesgo de la inversión.
Como es lógico, cuánto mayor sea el riesgo de impago de un país o de cualquier otra institución, más riesgo tiene y mayor precio tendrá su CDS. En el caso de Alemania o de Estados Unidos el riesgo de impago es cero y, por tanto, los CDS de sus activos son muy bajos.
Depósitos bancarios, una excelente inversión para ahorradores conservadores
Los depósitos bancarios son de los productos con menos riesgo para invertir, con un índice de riesgo de 1/6 y la respuesta está en el Fondo de Garantía de Depósitos nacional de cada país, que responde en caso de quiebra del banco. Los ahorros invertidos están protegidos hasta 100.000€ por depositante y banco, de acuerdo con la Directiva 2009/14/CE. Por otro lado, la rentabilidad se conoce de antemano.
En el contexto actual, de elevada incertidumbre y tipos de interés negativos, los depósitos a plazo fijo son una excelente opción para lo inversores más conservadores que no quieran exponerse a la volatilidad de la renta variable y que quieran obtener una rentabilidad superior a la que ofrece la renta fija.