¿Estás interesado en saber cómo funciona el factor investing o la inversión por factores? Sigue leyendo y descubre con Raisin qué es, su origen, los diferentes tipos de factores que hay y sus principales ventajas y desventajas.
El factor investing es una estrategia de inversión que busca identificar patrones de rendimiento a través de factores específicos.
Esta técnica resurgió con fuerza en el año 2008, después de que el fondo de pensiones de Noruega experimentará resultados negativos. Aunque puede ofrecer oportunidades, también conlleva algunos riesgos
Se puede utilizar con varios instrumentos financieros, como fondos cotizados en bolsa, o seleccionando valores individuales con características específicas.
Hay dos categorías de factores que afectan a los rendimientos de una inversión: los factores macroeconómicos, que tienen en cuenta los riesgos generales de los distintos tipos de activos; y los factores de estilo, que ayudan a comprender los rendimientos y los riesgos de la inversión.
El factor investing es una técnica para identificar, aislar e invertir por factores, como las primas de riesgo alternativas. El objetivo es beneficiarse de estos factores para conseguir una rentabilidadsuperior a la media del mercado y asumir menos riesgo. Es decir, es una estrategia para gestionar una cartera según varios factores, como la calidad de las empresas, su tamaño y rentabilidad y la volatilidad de los rendimientos.
El economista Jaime Martínez Martín explica que el factor investing sigue en auge hoy en día gracias a conseguir aislarse de los movimientos del mercado: «La inversión por factores invierte en primas de riesgo distintas a las tradicionales que generan una rentabilidad ajustada al riesgo».
No obstante, recuerda que esta forma de inversión no garantiza un rendimiento superior y utilizarla implica riesgos, como en cualquier otra inversión.
Existen dos tipos de factores que influyen en los rendimientos: los factores macroeconómicos y los factores de estilo. Los factores macroeconómicos tienen en cuenta los riesgos generales de las diferentes clases de activos; mientras que los factores de estilo ayudan a comprender los rendimientos y los riesgos intrínsecos de la inversión.
Estos son los principales factores de estilo que debes considerar al invertir en renta variable:
Tamaño: las empresas más pequeñas pueden ofrecer un rendimiento más alto. De hecho, en numerosas ocasiones, las compañías con una capitalización de mercado más baja han logrado un mejor rendimiento.
Crecimiento: con este factor el objetivo es beneficiarse del potencial de crecimiento de una empresa. Para ello, debes identificar empresas que puedan ampliar sus operaciones y, por consiguiente, expandirse.
Momentum: las acciones que han obtenido un rendimiento superior en el pasado tienden a ofrecer mejores resultados en el futuro. Este factor intenta identificar y aprovechar esas tendencias.
Valor: consiste en encontrar títulos con un precio asequible que también hayan demostrado tener un rendimiento por encima del promedio del mercado. La idea principal es invertir en compañías subvaloradas con la esperanza de obtener una rentabilidad superior. Esta estrategia se conoce como value investing.
Calidad: se seleccionan empresas que tengan una posición financiera sólida, un margen de ganancias fuerte, una deuda sana y una liquidez adecuada. Las empresas en esta situación financiera tienden a generar unos rendimientos más altos. Del mismo modo, los inversores suelen encontrar acciones de alta calidad a través del uso de indicadores financieros, como la relación entre la deuda y el capital o la rentabilidad.
Rentabilidad por dividendo: indica la capacidad de una empresa de generar ganancias con sus recursos. Al buscar acciones con una rentabilidad por dividendo superior al promedio, el fin es obtener rendimientos potencialmente más altos. Hay que tener en cuenta que los dividendos son un factor clave en la rentabilidad total a largo plazo.
Volatilidad: invertir en compañías de baja volatilidad. Normalmente, las acciones con baja volatilidad suelen proporcionar una rentabilidad más estable.
La inversión en factores empezó a cobrar más importancia en el año 2008, tras los resultados negativos del fondo soberano de Noruega, uno de los más grandes del mundo.
Sin embargo, ya en los años 30 Benjamin Graham y David Dodd, profesores de la Columbia Business School y de inversores muy conocidos como Warren Buffett, se interesaron por el factor investing, en concreto, por el factor de valor, o value investing. El ámbito académico prefirió esperar hasta los años 70 para estudiarlo con mayor interés.
Esta técnica de inversión puede ofrecer oportunidades, pero también conlleva algunos riesgos. Por este motivo, es importante conocer todas sus ventajas y desventajas antes de utilizarla.
Evidencia empírica: oportunidad de acceder a grandes bases de datos con las que analizar los rendimientos de los activos. Esto puede ayudar a los inversores a tomar mejores decisiones y reducir el riesgo.
Flexibilidad: permite que los inversores ajusten su cartera según su perfil de inversor, o lo que es lo mismo, según sus objetivos y aversión al riesgo.
Costes elevados: debido a la necesidad de realizar una gran cantidad de análisis y de gestionar varios activos, utilizar esta técnica implica hacer grandes desembolsos.
Riesgo de sobreponderación: cuando un factor es sobreponderado puede no generar un rendimiento suficiente, sobre todo, si tiene un mal desempeño. Por esta razón, es primordial comprender cómo influye cada factor en el rendimiento de los activos e intentar construir una cartera lo más equilibrada y diversificada posible.