¿Has oído hablar de los contratos de futuros? Estos derivados establecen un contrato entre dos partes para comprar y vender activos subyacentes, como los metales preciosos o los productos agrícolas. ¿Te gustaría ver más ejemplos y conocer los diferentes tipos que hay? Sigue leyendo y descubre con Raisin sus características, ventajas, desventajas y mucho más.
Son acuerdos en los que dos partes deciden intercambiar un activo subyacente a un precio determinado y en una fecha concreta. Las operaciones de cobertura, especulativas y de arbitraje son las más comunes.
Los contratos con materias primas, divisas e índices bursátiles son algunos ejemplos de contratos de futuros, aunque los activos subyacentes también pueden ser físicos o inmobiliarios.
Los costes fijos de negociación inicial, el bajo coste de ejecución y la alta liquidez son sus principales ventajas. Sin embargo, también tienen algunas desventajas, como el apalancamiento financiero, que puede maximizar las pérdidas, y la necesidad de tener que seguir los mercados porque los precios pueden cambiar.
Si quieres asumir menos riesgo, productos de ahorro como los depósitos y las cuentas remuneradas serían una opción más adecuada a tu perfil.
Los contratos de futuros son acuerdos entre dos partes para intercambiar (comprar y vender) un activo subyacente a un precio determinado en una fecha futura, de ahí que también se conozcan como futuros. Estos activos subyacentes pueden ser físicos, financieros, inmobiliarios o materias primas. Así, si son financieros, también puedes llamarlos contratos de futuros financieros.
Este tipo de acuerdo está estandarizado en cuanto a calidad y cantidad del activo subyacente, lo cual facilita la negociación en el mercado de futuros. El comprador de un contrato de futuros asume la obligación de comprar el activo subyacente cuando expire el contrato, mientras que el vendedor tiene la obligación de entregarlo en la fecha de vencimiento.
Estas son las características principales de los contratos de futuros:
Son productos derivados, por lo que el precio varía según la evolución del activo subyacente.
Al estar estandarizados, son transparentes y esto se traduce en una mayor facilidad de negociación y eficiencia en el mercado de capitales. A su versión no estandarizada se le denomina contrato a plazo o forward.
Se utilizan en los mercados de materias primas, divisas e índices bursátiles para disminuir los riesgos. Los participantes utilizan estos contratos para protegerse de las fluctuaciones de los precios e intentar minimizar las pérdidas potenciales de sus inversiones.
Los contratos de futuros surgieron para utilizarse con materias primas como el aceite, los granos, las semillas y los metales. De esta forma, los agricultores, los mineros y otros productores pudieron protegerse de la variación de los precios.
Hoy en día abarcan más que los productos básicos, ya que se negocian en función de otros activos como los índices bursátiles, las divisas y los Bonos del Estado (en la actualidad únicamente se negocia el contrato de futuro sobre el Bono a 10 años).
De hecho, aunque los contratos de futuros pueden implicar la entrega física del activo en cuestión, la mayoría se liquida en efectivo.
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Los contratos de futuros permiten llevar a cabo varios tipos de operativas:
Operaciones de cobertura: buscan reducir o eliminar el riesgo de fluctuación de los precios de un activo que ya se tiene en la cartera de inversión. Por ejemplo, si el mercado se encuentra en una tendencia bajista y un inversor tiene 145 acciones de la empresa X, una posible solución es vender un contrato de futuros de la empresa X para protegerse de una posible caída en el precio de las acciones. Después, el inversor vendería el activo subyacente con el precio actual.
Operaciones especulativas: los futuros financieros se compran o venden con el objetivo de conseguir rentabilidad a corto plazo. El inversor basa sus actuaciones y decisiones en el pronóstico del mercado, es decir, compra cuando hay una tendencia alcista y vende en una tendencia bajista. La plusvalía se consigue con la diferencia entre el precio de apertura de la posición y su precio de cierre.
Para invertir en contratos de futuros puedes utilizar plataformas y brókeres que ofrecen este servicio. Al ser intermediarios, no olvides revisar sus comisiones y condiciones. Asimismo, echa un vistazo a los siguientes apartados si estás pensando en invertir o comprar contratos de futuros:
En España, los futuros se negocian en el MEFF (Mercado Oficial de Opciones y Futuros Financieros), un mercado organizado, regulado y supervisado por la CNMV. Esto posibilita la compra y la venta de futuros durante las sesiones de negociación.
Además, hay otros mercados como Eurex (uno de los más grandes del mundo y el más importante en Europa) y CME (Chicago Mercantile Exchange, un mercado de Estados Unidos) .
Según indica la CNMV, tanto para comprar como para vender futuros, los intervinientes deben aportar garantía al mercado, o lo que es lo mismo, capital. El importe se determina según las posiciones abiertas que mantengan.
Aunque no hay un mínimo establecido como tal, es posible que la plataforma o bróker que utilices para invertir en futuros te exija un capital mínimo de inversión. Con todo, cuando se trata de acciones, los futuros permiten invertir con menos capital del necesario para hacer la misma operación en bolsa.
Los contratos de futuros tienen las siguientes ventajas y desventajas:
Son una buena opción para inversores agresivos, pues este perfil de inversor busca obtener las rentabilidades más altas aunque eso implique un riesgo elevado. El riesgo siempre dependerá de los activos subyacentes elegidos, pero siempre existe el riesgo de contrapartida o de insolvencia
Los costes de negociación inicial, denominados requisitos de margen, son fijos. Por ende, el inversor sabe de antemano qué margen inicial debe pagar. Aunque suelen ser estables de un año a otro, en momentos de volatilidad, los requisitos de margen pueden aumentar temporalmente.
El coste de ejecución es bajo. Para poder participar, el inversor solo tiene que depositar una cantidad reducida del valor total del contrato como margen, normalmente, alrededor del 10 %. El margen requerido es relativamente pequeño, lo que permite obtener ganancias significativas si se prevé correctamente el movimiento del mercado.
Son una inversión a corto plazo porque los plazos de vencimiento suelen ser de meses. A medida que se acerca la fecha de vencimiento, el margen requerido para mantener el contrato puede aumentar, por lo que no suele ser recomendable mantener una posición en el mercado de futuros a largo plazo. Es fundamental que tengas esta característica en cuenta a la hora de definir tus estrategias.
Las opciones y los futuros son derivados financieros, pero hay una diferencia entre ellos: la obligatoriedad. Por un lado, los contratos de futuros dan al inversor el derecho y la obligación de comprar o vender un activo subyacente en una fecha y con un precio determinados.
En cambio, las opciones otorgan el mismo derecho al inversor, pero no la obligación. Esto hace que las opciones sean un producto de inversión más flexible, y por ello suele atraer a más inversores.
En definitiva, los contratos de futuros pueden ser una opción para rentabilizar tu capital, pero si eres un inversor conservador, deberías optar por productos menos riesgosos, como los depósitos a plazo fijo y las cuentas de ahorro, que tienen un indicador de riesgo de 1 sobre 6 y hasta 100.000 € por depositante y banco están protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos nacional.